miércoles, noviembre 17, 2004

Band Of Brothers

Que buena miniserie, una de las mejores que e visto en mi vidaaa.

Los números muchas veces marean y desorientan, pero otras, ayudan a formar una idea de la dimensión de unaImage Hosted by  ImageShack.us situación.
En este caso, las siguientes cifras son algunas de las implicadas en la producción de 10 capítulos de la mini-serie “Band of Brothers” (banda de hermanos): 120 millones de dólares de presupuesto, 12 mil trajes auténticos de época (es decir, de mediados del siglo pasado), participación de 10 mil extras, 4 aviones C47 y 700 armas originales, 150 mil kilos de papel para simular nieve y entrenamiento militar de 16 horas diarias para los actores principales. Ahora bien, a esta magnitud que asombra es preciso agregarle, por un lado, el talento y la experiencia de dos popes del séptimo arte: Tom Hanks y Steven Spielberg, los productores ejecutivos de la serie; por otro, la veracidad y atracción del libro con nombre homónimo de Stephen E. Ambrose sobre la Segunda Guerra Mundial en el cual se basa el guión y, finalmente, la participación de profesionales y especialistas en materia bélica, histórica y demás. Todo eso para que el producto final no sólo goce de un nivel óptimo de calidad -que se refleja hasta en el tratamiento del color de la imagen- sino que además sea realmente interesante de ver. Y emocione.

Entonces sí nos encontramos ante una serie novedosa: “Band of Brothers”, la historia basada en hechos reales de la “Easy Company”, el regimiento 506 de la División Paracaidistas 101 del Ejército de Estados Unidos que luego de dos años de entrenamiento entró en acción la mañana del trascendente “Día D” y fue ganando batallas hasta lograr tomarImage Hosted by  ImageShack.us el “Nido de Águilas”, o sea, el escondite de Adolf Hitler. Su estreno en el país será el sábado 23 de marzo por HBO. La primera entrega de la tira será doble y es una decisión acertada, pues el capítulo uno, “Currahee”, no resulta tan elocuente como el siguiente: “Day of Days”. Se dedica básicamente a dibujar el entrenamiento de los voluntarios en Toccoa, Georgia (1942) bajo los arbitrios del exigente teniente Sobel, caracterizado por David Schwimmer (sí, Ross de “Friends”). Mientras que el segundo capítulo nos coloca -sin escala ni anestesia- en el interior tambaleante de los nerviosos aviones que sobrevuelan Francia nocturnamente expulsando paracaídas en medio del fuego cruzado. Ahí comienza a correr la adrenalina, el escalofrío y la memoria –y por suerte no tanto la melosidad típica del nacionalismo norteamericano- cuando se está entre las caras de susto de los soldados, en las trincheras, los campamentos, el barro, las balas. Porque la guerra en sí misma, por más actos heroicos y batallas ganadas, no puede ser motivo de alegría para nadie. Y de vez en cuando viene bien recordarlo.


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